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Según la OMS, Bolivia es el país con mayor número de casos de cáncer de cuello uterino en América

Es importante estar atentas a los signos de alerta como el dolor pélvico o de bajo vientre; los flujos vaginales constantes o los sangrados vaginales irregulares.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de cada cien mil mujeres, 56 desarrollan cáncer de cuello uterino, la tasa más alta de América, explicó el Dr. Pablo Barbery, Ginecólogo Obstetra de Clínica Foianini.

Como su nombre lo indica, el cáncer de cuello uterino se origina en las células del cuello del útero femenino. También se conoce como cáncer de cérvix o cáncer cervicouterino.

Por lo general, se forma de manera lenta en el tiempo y se manifiesta a través de cambios conocidos como displasia en las células del cuello uterino las que sufren anormalidades. Con el tiempo, si las células anormales no se destruyen o se extraen, es posible que se vuelvan cancerosas, se multipliquen y se diseminen a partes más profundas del cuello uterino y a las áreas que lo rodean.

El Dr. Barbery dijo que, desde que se tiene la primera relación sexual en adelante, es muy importante que las mujeres realicen al menos una vez al año el estudio de Papanicolau y Colposcopia. De esta manera se puede diagnosticar oportunamente la posibilidad de contraer este tipo de cáncer.

FACTORES DE RIESGO

Todas las mujeres en edad fértil o con actividad sexual son propensas a padecer el cáncer de cuello uterino. Entre sus factores de riesgo están la actividad sexual a temprana edad, el haber tenido varias parejas sexuales, enfermedades de transmisión sexual o el tabaquismo.

El tratamiento es variable dependiendo del grado en que se encuentre el cáncer, lo que puede ir desde una simple biopsia con posterior cauterización hasta una histerectomía radical.

PREVENCIÓN

“Un diagnóstico temprano es muy importante porque así podemos realizar un tratamiento no muy invasivo o radical, y así salvar la vida de la paciente”, enfatizó el Dr. Pablo Barbery.

Realizar una consulta médica de manera rutinaria y las pruebas de diagnóstico oportunas, pueden marcar la diferencia en la detección y atención temprana.

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