La vacuna contra el COVID-19 ayuda a nuestro organismo a desarrollar inmunidad contra el virus sin que tengamos que contraer la enfermedad. Sin embargo, desde la presentación de las vacunas elaboradas por distintos laboratorios con el fin de enfrentar esta pandemia, existe una sobrecarga de información, tanto positiva como negativa, que ha afectado en la decisión de si acceder a la vacunación o no.
Esta situación, ha generado ciertos mitos en torno a la vacuna:
- “La vacuna tiene un proceso de estudio muy corto”
La realidad es que en caso de pandemias, el contexto y la necesidad de una solución rápida exigen celeridad y continuidad de los procesos de investigación. - “Las vacunas para COVID-19 no cumplieron con las fases de desarrollo»
Todas las vacunas que están siendo utilizadas han pasado por las tres fases de investigación clínica que son exigidas para poder hacer uso de las mismas. - “La vacuna puede ocasionar la enfermedad”
No es posible que la vacuna transmita COVID-19. Lo cierto es que aún con la vacuna puedes contagiarte o contagiar la enfermedad.
Otro de los miedos más recurrentes son los efectos secundarios que pueda causar la vacuna, esto incrementa la indecisión e incluso el rechazo a la aplicación de la misma.
Sin embargo, como lo manifiesta la Dra. María Teresa Guillaux, “los efectos secundarios no son graves y son pasajeros, es mucho mayor el beneficio de poder evitar complicaciones ocasionadas por la enfermedad”.
Según datos científicos, el porcentaje de eficacia de las vacunas que llegaron a nuestro país están entre el 70% y 97%, más específicamente: Sputnik V 97,6%, Sinopharm 79%, AstraZeneca 70%, Pfizer 95% y Johnson & Johnson 72%.
“Para detener una pandemia es necesario utilizar todas las herramientas disponibles, y la vacuna es una de las más importantes. Hay varios tipos de vacunas, todas efectivas y seguras, por lo que no hay que dudar en aplicarse la que se encuentre disponible”, asegura el Dr. Carlos Alberto Suárez, especialista en Medicina Interna.
Si bien la vacunación es una decisión individual, la protección que genera es comunitaria porque reduce los riesgos de contagios y aumenta las probabilidades de superar la enfermedad sin necesidad de atravesar por procesos de gravedad. Pero, hasta que no alcancemos la inmunidad de grupo y aunque estemos vacunados, es importante continuar con las medidas de prevención que ya conocemos:
- Utilizar barbijo
- Desinfectar o lavar las manos
- Respetar la distancia física recomendable
- Mantener los ambientes ventiladosLa peor vacuna, es la que no nos colocamos, seamos parte de esta lucha para frenar lo más pronto posible la evolución de este virus que nos cambió la vida.